Como ya cantaba, hace casi treinta años, el grupo Europa en “The Final Countdown”, a finales de agosto empieza el final de la cuenta atrás para el regreso al colegio. La vuelta al cole no es solamente un slogan más o menos afortunado de las grandes superficies. Para muchas familias supone romper con los horarios flexibles del verano, cambiar los hábitos y encontrarse con los madrugones, el café, el zumo y las tostadas a toda prisa, los atascos. La mayoría de los niños se consuelan pensando que, al fin, van a volver a ver a sus amigos y sus padres suspiran aliviados porque ellos van a estar en el colegio ocho horas al día y pueden recuperar sus propias rutinas y su tiempo libre, eso sí, mermado en los primeros días por la tarea de forrar y etiquetar libros y libretas, así como poner el nombre a la ropa.
Para las familias supone hacer frente a un gasto excesivo, para que los niños estrenen uniformes y/o libros, cuadernos, mochilas y todo el material escolar. Y además hay que planificar los horarios de padres e hijos para poder anotarlos en todo tipo de actividades complementarias en la que la madre o el padre serán, inevitablemente, sus chóferes. Para los profesores el nuevo curso supone un nuevo reto, otros alumnos, a veces otras materias, otros libros y para algunos, los que no tienen plaza fija, nuevo colegio, nuevos compañeros. Y como cada año recordarán a Séneca y su “enseñar es aprender”.
Para la Administración supone una nueva etapa de implantación de una nueva Ley de Educación, la séptima en treinta y cinco años, con la posibilidad de que un cambio de gobierno nos traiga la octava para el curso 2016-2017. El final de las vacaciones, es siempre, como escribe hoy Pedro G. Cuartango en El Mundo, una ocasión que propicia una meditación sobre la fugacidad del tiempo. Puede ser, añade, deprimente, pero no podemos perder el tiempo en la autoconmiseración, y menos aún si disponemos de energía y salud.
Septiembre es, como enero, un mes para hacer propósitos para el nuevo curso. Propósitos que en muchos casos se volverán a aplazar hasta el nuevo año. Llega el otoño y nos acribillan con los coleccionables, los fascículos y nos adelantan los escaparates de Navidad a octubre. Empieza el primer trimestre, el más largo del curso, en el que los niños tienen que adaptarse a un curso más exigente que el anterior y nuestra vista se posa en el calendario buscando el próximo puente.
Mucho ánimo a todos y recordad que lo que viven en los años de colegio no se les olvida jamás, porque aunque dejemos la escuela, ella nunca nos deja a nosotros, como nos decía el músico inglés Andy Partridge. Buen curso para todos.