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martes, 24 de noviembre de 2015

Donde los sueños se hacen realidad

Un solo parque de atracciones europeo recibió 14,2 millones de visitantes en 2014. Los visitantes españoles son los segundos si excluimos a los visitantes locales del propio país donde está situado. La cifra tiene aún más importancia si consideramos que pocos españoles viajan de turismo al extranjero, menos del 10%. ¿Qué tiene Disneyland París para resultar tan atractivo a la hora de elegir un destino? Se podría pensar que son los niños los protagonistas del viaje y así ocurre en parte pero cada vez más parejas jóvenes, sin hijos, grupos de amigas y amigos, estudiantes de Erasmus copan las atracciones del recinto parisino.
“Ir a Disney” es un premio, un regalo de comunión, incluso un destino en el viaje de novios cada vez más apetecible. Lo cual contrasta con los precios del viaje y la estancia, los precios de los productos que se compran en el parque, las colas interminables, los horarios, el clima , los autobuses gratuitos para ir al parque que no aparecen cuando más frío hace en la parada, y, desgraciadamente, en este momento otras razones de triste actualidad.
Es habitual escuchar a padres quejarse del tiempo de espera en las colas de las atracciones, a pesar de los “fast-pass” que ya no son lo que eran, a los niños llorar porque están cansados o han madrugado mucho para hacerse la foto con los personajes disponibles y encima su atracción favorita está cerrada por mantenimiento o a las madres hacer cuentas ante los precios disparatados de los recuerdos obligados o regalos prometidos a la vuelta.
Cenar en un restaurante temático con la compañía de Mickey y Pluto, o en un hotel del Parque tiene precios prohibitivos, pero eso no parece desanimar a las familias para lo que llevar a los hijos al Parque es casi cuestión de prestigio social.
A la vuelta los niños observan las fotos con Chip y Chop y los libros de autógrafos con las firmas de sus personajes preferidos, obtenidos tras formar una larga fila, los padres, por el contrario, observan el extracto de la visa y no entienden cómo han podido gastar tanto en tan poco tiempo.

jueves, 19 de noviembre de 2015

Nacidos para comprar

El pasado 24 de octubre una conocida marca de supermercados iniciaba una promoción destinada a los más pequeños de la casa. Unos muñecos con forma de animales y monstruos en colores vivos con una ventosa para coleccionar, así como unas bolsas o un submarino de cartón para guardarlos. Para conseguirlos había que hacer una cantidad mínima de compra o adquirirlos directamente a un precio de 0,50 euros.
A mayores, en las tres semanas de la promoción editó y vendió dos ejemplares de una revista monográfica sobre los muñecos y creó una aplicación para descargarse en la tablet. Sin duda el supermercado consiguió una mayor afluencia de familias con niños pequeños gracias a estos simpáticos monstruos.
Los anunciantes saben que los niños a partir del año y medio empiezan a distinguir los logotipos y a los tres años distinguen unas marcas de otras. Son conclusiones de la profesora de Sociología de la Universidad de Boston Juliet Schor que ha publicado el libro titulado “Born to buy” donde analiza la reacción de los niños ante los impactos publicitarios.
Los publicistas de productos para niños disponen de una gran cantidad de medios que el menor consume a diario: canales infantiles, revistas, juegos, vídeos, tutoriales, incluso en algunos colegios se hacen presentaciones de productos o servicios destinados a los alumnos. Su argumento es que el niño refuerza su autonomía, su autoestima al tomar decisiones de consumo y, en último caso, los padres siempre podrán decirle que "no". Si dejamos que la televisión o la tableta se conviertan en la “baby-sitter” del niño, tenemos que saber que, sin ningún tipo de control por nuestra parte, el menor va a recibir una gran cantidad de impactos publicitarios. Por eso, a veces sin darnos cuenta, acabamos por llenar el carro de la compra con las marcas elegidas por los niños, convenientemente situadas a su altura en las estanterías del supermercado.
Porque aunque "no nos suele gustar la publicidad en general, nos encanta la publicidad en particular", como asegura Cindy Gallop, la empresaria y publicista británica.

miércoles, 11 de noviembre de 2015

The Big O

La obesidad infantil es una de las preocupaciones comunes a todos los países. En España se calcula que uno de cada cuatro niños padece de sobrepeso. Dado que los niños comen al año unos 170 días en el colegio, la supervisión de dietistas y nutricionistas en los menús escolares y el sentido común de las familias responsables de alimentarlos los otros 195 días del año deberían de ser suficientes para frenar la constante subida de las cifras de obesidad infantil.
No hay que olvidar que la comida de mediodía supone casi el 40% de los aportes nutricionales ingeridos durante el día. Sin embargo, en muchos centros escolares hay máquinas expendedoras, cantinas o bares donde los niños pueden “complementar” su alimentación con todo tipo de chucherías. Y algunas familias recurren el fin de semana a una combinación letal: comida rápida y sedentarismo del menor.
La Xunta de Galicia acaba de prohibir la venta de refrescos y bollería industrial en los institutos y los expertos proponen una regla de fácil aplicación para las familias: “Más bocadillos y menos darle un euro al niño para la máquina de bollería”.
La Exposición “The Big O”, de la fotógrafa inglesa Abbie Trayler-Smith, da título a esta entrada y llega la FNAC de Callao en Madrid donde podrá visitarse hasta el 4 de diciembre. Es un estudio de los niños que integran las estadísticas británicas sobre la obesidad. En el Reino Unido se calcula que uno de cada tres tiene sobrepeso u obesidad llegando al 36% en Gales. Los efectos sobre la salud son obvios y a ellos se añaden los efectos psicológicos en una sociedad que valora la presencia física, la delgadez por encima de todo.
Ser obeso o incluso el simple sobrepeso se considera algo que el adolescente elige voluntariamente, por su estilo de vida y enseguida se le califica de gordo, perezoso, glotón, zampabollos o gordinflón. Acaba suponiendo un auténtico estigma y puede llevar a la discriminación primero en el patio de la escuela y después a la hora de acudir a entrevistas de trabajo. Pero esa misma sociedad que no ve con buenos ojos a las personas obesas está constantemente tentándonos con productos ricos en calorías, con poco o nulo valor nutritivo y nos anima a un estilo de vida sedentario.
Las nuevas tecnologías tienen su parte de responsabilidad ya que los jóvenes sentados delante de una tablet o compartiendo WhatsApps no sienten la necesidad de salir a quedar con los amigos, a caminar, a jugar o a practicar algún deporte. Y los padres respiran aliviados cuando los adolescentes prefieren quedarse el sábado por la noche en su habitación chateando ya que les evita el desasosiego de quedarse en vela, esperando su regreso, confiando en que vuelvan sanos y salvos.

Como dice Nuria Más, profesora del IESE, “por primera vez en la historia de la humanidad, la obesidad se ha convertido en un problema para la salud mayor que el hambre”. 

sábado, 7 de noviembre de 2015

ESO hasta los dieciocho años

Una de las propuestas electorales para la educación consiste en ampliar la enseñanza obligatoria hasta los dieciocho años. No es una idea nueva, ya en 2009 el entonces ministro de Educación Ángel Gabilondo, lo sugería como idea para la reflexión, el sindicato CCOO lo pedía hace sólo dos años y en general hay un cierto consenso en que sería un cambio posible para los próximos ocho años.
Sin embargo esta idea está ya implantada en otros países europeos como Alemania, Holanda y Bélgica. En Estados Unidos, en la treintena de estados donde aumentó la enseñanza obligatoria hasta los 17 o 18 años, la decisión la tienen los padres que pueden eximir a sus hijos de seguir escolarizados. Para sus defensores, esta ampliación de la Enseñanza Obligatoria reduciría el abandono escolar y el profesor de Economía y Políticas Públicas de la Universidad de Toronto Philip Oreopoulos calculaba en un estudio del año 2009 que cada año a mayores de escolarización aumentaría un 10% la riqueza que obtendrá esa persona a lo largo de su vida y que la tasa de abandono se reduciría casi un 2%. Sus detractores la consideran inviable, ineficaz y contraproducente. Su argumento es que no deberíamos obligar a jóvenes de 17 y 18 años a permanecer en las aulas si ellos no lo desean.
La Confederación de Centros de Enseñanza propone aumentar la escolarización obligatoria y en paralelo crear un itinerario especial para los estudiantes que no consigan terminar la Secundaria y puedan incorporarse al mercado laboral. La medida tiene un componente económico que no se ha cuantificado. Supondría necesariamente incrementar los conciertos con los colegios, reforzar la red pública de Institutos y proponer una especialización de centros. Además deberían revisarse los contenidos de los cursos de la actual ESO y del Bachillerato que podría desaparecer. Las primeras estimaciones hablan de un incremento de trescientos mil alumnos, con el correspondiente descenso de un cuarto de millón de parados y la contratación de al menos 20.000 profesores.
Andreas Schleicher, Subdirector de Educación de la OCDE considera que ya hay fuertes incentivos económicos para que la gente permanezca en la escuela y grandes desventajas laborales para los que no tienen ninguna formación. Elevar la edad de escolarización obligatoria puede ser una manera de mejorar los resultados, pero motivar a los jóvenes para seguir en la escuela y ofrecer una instrucción de gran calidad es, por lo menos, igual de importante.