A los niños, cuando son pequeños, les contamos cuentos para ayudarles a dormir. No importa que sea un cuento real o alguna historia que vayamos inventando sobre la marcha. Hay que tener cuidado con esto último porque ellos no olvidan y cuando un par de noches después nos piden que se la volvamos a contar podemos encontrarnos con que ellos recuerdan mejor los detalles que nosotros mismos. Para ayudarles a comprender el mundo y su lugar en él, los niños necesitan cuentos. A medida que van creciendo ya son ellos los que nos piden cinco minutitos antes de apagar la luz para leer unas líneas de su libro favorito. Ese libro que les ayuda a narrar y entender no solo una historia, sino su propio papel en el mundo, aunque el libro pueda ser el mismo noche tras noche.
Hay una coincidencia entre todos los expertos que los libros infantiles y juveniles son los libros más importantes en nuestra vida, los que más van a influir en nuestras vidas. Los propios padres deberían asumir que, como en tantas otras cosas, el ejemplo es esencial, y padres lectores suelen educar hijos ávidos de leer. Algunos críticos menosprecian sistemáticamente la literatura para niños, sin darse cuenta de que es una manera de transmitir valores y despertar la imaginación de los más pequeños. Hay poca literatura diseñada para los niños que no sea segregada de la de los adultos sin darse cuenta de que los niños son tan heterogéneas como los adultos. Sin embargo, en la literatura infantil se suele cuidar el sentido estético, suelen tener buenos ilustradores y a veces esas ilustraciones son mucho mejores, incluso, que la propia literatura lo que les permiten a los más pequeños inventarse la historia que acompañaría a las imágenes de un libro cuyo texto aún no pueden descifrar.
Este año el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil ha recaído en la escritora viguesa Ledicia Costas por su obra “Escarlatina, a cociñeira defunta”, próximamente traducida al castellano y al catalán y que va por su quinta edición. Las ilustraciones son obra de Victor Rivas, con el que Ledicia ya está preparando una precuela.
Como manifiesta la propia Ledicia, “las sensaciones que me provocaron los libros que leí en mi infancia fueron irrepetibles. Me encantaría conseguir prender esa luz en alguien”.