“María pagaba dinero a sus compañeros de clase para evitar que le pegasen. Cuando terminó sus ahorros, empezó a pedir dinero a sus abuelos. Si algún día no podía conseguir la cantidad que le habían pedido, le volvían a pegar. Y si le quedaba alguna marca, contaba que se había caído en clase de gimnasia. Cuando sus padres descubrieron que su hija estaba siendo acosada ya había entregado 400 euros”. Debemos de dar por sentado que ni los padres, ni los profesores sospechaban nada y que sus compañeros miraban hacia otra parte.
Sale así a la luz el enésimo caso de acoso en el colegio. Las autoridades creen que los problemas se arreglan aprobando leyes pero la realidad es muy tozuda y nos dice que por cada caso que sale a la luz, normalmente cuando ya lleva ocurriendo mucho tiempo, hay otros que permanecen ocultos. Si preguntamos a los responsables de los centros, la respuesta siempre es la misma: en nuestro colegio “eso” no pasa. Lo mismo ocurre con los padres: “a mi hijo no le ocurre nada parecido” o “mi hijo no es un acosador”.
El Estudio Cisneros X http://www.fapacne.com/publicaciones/acoso-escolar/acoso-escolar.pdf el más completos de los realizados en España sobre acoso escolar es muy claro: uno de cada cuatro alumnos ha sufrido en mayor o menos medida los comportamientos siguientes: llamarles por motes, no hablarle, reírse de él cuando se equivoca, insultarle, acusarle en falso, contar mentiras sobre él, meterse con su aspecto físico, no dejarle jugar con el grupo, gestos de burla o desprecio, gritarle o chillarle, criticar todo lo que hace, imitarle para burlarse, y así hasta veinticinco comportamientos que se pueden incluir en el acoso escolar.
El estudio incide en que de la misma manera que la violencia física deja marcas y se suele visualizar, la violencia psicológica no deja huellas pero sí daños invisibles: ansiedad, estrés postraumático o falta de autoestima. Los profesores suelen afirmar que ellos garantizan que estos comportamientos no se producen en su presencia y que les es difícil supervisar lo que ocurre en los intercambios de clase, en los aseos, en las actividades extraescolares o en el patio de recreo.
Para Aula Planeta http://aulaplaneta.com/2016/01/29/recursos-tic/como-detectar-y-combatir-el-acoso-escolar-en-el-aula/index.html es muy importante estar atento a las señales, a los cambios de comportamiento en clase y ante la denuncia de algún alumno no hay que quitarle importancia, hay que hacerle ver que vamos a implicarnos para evitar que le vuelva a suceder lo que nos cuenta. Hay que actuar con rapidez y contundencia, sin careos que pongan en el mismo nivel a la víctima y a los acosadores e implicando a las familias de ambos. La familia del acosador no quiere creer que su hijo sea capaz de tales comportamientos, por ello es necesario que tengan información de las medidas a tomar y establecer comunicación fluida de la evolución del chico. A la familia de la víctima hay que tranquilizarla y apoyar a los padres y darles pautas de cómo tratar el tema en casa y el posible apoyo, si fuera necesario, de ayudas profesionales y psicológicas. También hay que comentarlo en clase e incluso establecer un equipo de protección del alumno acosado integrado por sus propios compañeros que deben de estar vigilantes para evitar el acoso, denunciarlo si llega a suceder y proteger a la víctima de la acoso escolar.
No podemos trivializar la violencia o el acoso escolar con frases como la pronunciada por la presidenta de una asociación de padres: “Esas cosas, los motes, los insultos, las burlas, siempre han existido...”.