En la prensa se recoge el caso de un colegio concertado que ha puesto en marcha una pequeña revolución en su método de enseñanza, resumido en el título de esta entrada: Sin asignaturas, sin libros de texto, sin exámenes, sin deberes. A mayores tampoco hay tabiques ni tarimas, ni clases magistrales, ni silencio en las aulas. No hay asignaturas porque los alumnos, auténticos protagonistas del aprendizaje, trabajan por proyectos transversales en equipos de tres o cuatro personas. No hay exámenes, porque cuenta la evaluación diaria a partir de los trabajos individuales y de equipo.
El profesor huye de las verdades absolutas y da libertad a los chicos para que desarrollen toda su imaginación y creatividad. Ya no es el maestro que todo lo sabe, sino un guía que coordina y tutela el trabajo de los alumnos. Hoy en día ya en muchos colegios, además de las asignaturas clásicas, hay horas dedicadas a hacer trabajos o proyectos sobre temas actuales: el día de la tierra, al año de la luz, el aniversario de algún gran artista. Algunos temas, incluso, son elegidos por los propios alumnos en función de sus gustos o aficiones: la música, la danza, el deporte, que tienen cabida en su tiempo de ocio, sirve para comprobar que saben utilizar las herramientas que se les facilitan en clase. Pero éste es un paso más, que exige un gran trabajo previo por parte de los docentes.
El cambio empezó precisamente por la falta de motivación que muchos alumnos sufren al terminar la educación primaria e iniciar la secundaria con los cambios propios de la adolescencia. Fundamentalmente, los chicos se aburren en clase. Los profesores y los padres lo notan. Nadie puede estar contento cuando una actividad,de tanta entrega por parte de los profesores y tan costosa para los padres y para la Administración como la educación, se convierte en una actividad tediosa para sus protagonistas.
A mayor aburrimiento, además, más conflictividad en las aulas, así que el cambio hay que recibirlo como una oportunidad para formar a los adolescentes de otra manera. Las primeras sensaciones son que los alumnos están más predispuestos al aprendizaje, hay menos problemas en las aulas, se refuerza el trabajo en equipo y la expresión oral soluciona la auténtica asignatura pendiente de nuestra educación: saber hablar en público.
Habrá que estar atentos a los resultados del que puede ser el primer paso de una de las reformas educativas más innovadora de los últimos años.
Habrá que estar atentos a los resultados del que puede ser el primer paso de una de las reformas educativas más innovadora de los últimos años.