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lunes, 31 de agosto de 2015

The Final Countdown

Como ya cantaba, hace casi treinta años, el grupo Europa en “The Final Countdown”, a finales de agosto empieza el final de la cuenta atrás para el regreso al colegio. La vuelta al cole no es solamente un slogan más o menos afortunado de las grandes superficies. Para muchas familias supone romper con los horarios flexibles del verano, cambiar los hábitos y encontrarse con los madrugones, el café, el zumo y las tostadas a toda prisa, los atascos. La mayoría de los niños se consuelan pensando que, al fin, van a volver a ver a sus amigos y sus padres suspiran aliviados porque ellos van a estar en el colegio ocho horas al día y pueden recuperar sus propias rutinas y su tiempo libre, eso sí, mermado en los primeros días por la tarea de forrar y etiquetar libros y libretas, así como poner el nombre a la ropa.
Para las familias supone hacer frente a un gasto excesivo, para que los niños estrenen uniformes y/o libros, cuadernos, mochilas y todo el material escolar. Y además hay que planificar los horarios de padres e hijos para poder anotarlos en todo tipo de actividades complementarias en la que la madre o el padre serán, inevitablemente, sus chóferes. Para los profesores el nuevo curso supone un nuevo reto, otros alumnos, a veces otras materias, otros libros y para algunos, los que no tienen plaza fija, nuevo colegio, nuevos compañeros. Y como cada año recordarán a Séneca y su “enseñar es aprender”.
Para la Administración supone una nueva etapa de implantación de una nueva Ley de Educación, la séptima en treinta y cinco años, con la posibilidad de que un cambio de gobierno nos traiga la octava para el curso 2016-2017. El final de las vacaciones, es siempre, como escribe hoy Pedro G. Cuartango en El Mundo, una ocasión que propicia una meditación sobre la fugacidad del tiempo. Puede ser, añade, deprimente, pero no podemos perder el tiempo en la autoconmiseración, y menos aún si disponemos de energía y salud.
Septiembre es, como enero, un mes para hacer propósitos para el nuevo curso. Propósitos que en muchos casos se volverán a aplazar hasta el nuevo año. Llega el otoño y nos acribillan con los coleccionables, los fascículos y nos adelantan los escaparates de Navidad a octubre. Empieza el primer trimestre, el más largo del curso, en el que los niños tienen que adaptarse a un curso más exigente que el anterior y nuestra vista se posa en el calendario buscando el próximo puente.
Mucho ánimo a todos y recordad que lo que viven en los años de colegio no se les olvida jamás, porque aunque dejemos la escuela, ella nunca nos deja a nosotros, como nos decía el músico inglés Andy Partridge. Buen curso para todos.

miércoles, 26 de agosto de 2015

¿Tienes muchos deberes?

La mayoría de los profesores considera que los deberes son necesarios ya que refuerzan lo aprendido en clase, crean un hábito de trabajo y hacen a los niños más responsables. Para ellos, lo único que podríamos debatir no es si deberes sí o deberes no, sino la cantidad aconsejable en función de la edad de los niños. En el otro extremo, una minoría cada vez más numerosa asegura que los deberes son antipedagógicos, inútiles y apartan al niño de las actividades realmente necesarias como disfrutar de su ocio, leer, jugar, hacer deporte o simplemente descansar.
Realmente el debate surge cuando muchos padres se ven obligados a ayudar a sus hijos con los ejercicios después de una jornada laboral y escolar. Algunos confiesan abiertamente que son ellos, los padres, los que los acaban haciendo, ya que el niño llega del colegio y de las actividades extraescolares realmente cansado y necesita despejar la mente y a veces simplemente dormir diez horas. Y aquí aparece otra variable que manejan los padres que se muestran contrarios a los deberes: ¿qué ocurre con los niños cuyos padres no pueden ayudarles, bien por problemas de horarios o por simple falta de conocimientos? Según ellos estamos creando una marginación hacia estos niños que, incapaces de llevar los ejercicios al día sin ayuda paterna, acaban teniendo peores notas que sus compañeros.
Hay también una postura intermedia que se va abriendo paso en este debate. Consistiría en eliminar los deberes para los niños de Educación Primaria y mantenerlos para los chicos de Secundaria. Es decir que los alumnos no tendrían que llevar tarea para casa hasta los 12 años. En esas edades la carga lectiva supone, en muchos casos, jornadas de permanencia en el colegio de ocho o más horas, lo que dejaría un margen de apenas tres o cuatro horas entre la llegada a casa del colegio y la hora de acostarse.
Uno de los argumentos de los que defienden esta postura es que, en la práctica, los niños no refuerzan lo aprendido en clase, al contrario, acaban por aborrecerlo. Sobre todo aquellos que llevan el curso al día, ya que la carga de deberes no es individual y personalizada, llevan la misma tarea los alumnos que van bien que los que se quedan rezagados. Más aún cuando el número de ejercicios a realizar en casa depende del libro escolar, en los casos en que el profesor se limite a asignar las tareas que indica el libro.
El problema se agrava cuando hay varios profesores, descoordinados entre sí, asignando tareas, lo que puede dar lugar a una distribución desigual según los días. Los propios docentes reconocen que la rápida corrección diaria de los ejercicios propicia que se fijen más en si se realizó o no la tarea que en la propia calidad de la misma. Para Nancy Protheroe, directora de proyectos del Servicio de Investigación Educativa, “los deberes deben de apoyar metas educativas, tener en cuenta las capacidades y las necesidades de los estudiantes y fortalecer el vínculo escuela-hogar”.
Sea como fuere, el curso está a punto de comenzar y el debate va a continuar entre los que consideran los deberes necesarios porque aumenta el rendimiento académico del alumno y los que los ven como unas indeseables horas extras.

miércoles, 19 de agosto de 2015

Calidad vs cantidad

La cantidad de recursos que se destinan a la educación son siempre objeto de debate público. Para los protagonistas, la comunidad educativa y padres, la cantidad siempre es insuficiente. Según Eurostat, la oficina estadística europea, la cantidad que España destina a la educación corresponde a un 4,5% del PIB, por encima de Italia pero muy lejos de los modelos que se utilizan en este campo, Finlandia y Dinamarca con un 6 y un 7% respectivamente.
El estudio elaborado por los investigadores de la Universidad de Barcelona (UB) Jorge Calero y Josep-Oriol Escardíbul, titulado “Recursos escolares y resultados de la educación”, ha analizado el efecto de destinar dinero a distintas actividades de las escuelas y han descubierto que la calidad de los profesores es más importante que la ratio de número de estudiantes por docente. Una conclusión casi obvia es que los conocimientos y las capacidades del profesorado inciden positivamente sobre el rendimiento del alumnado.
El debate consiste ahora en decidir si invertimos más dinero contratando más profesores o lo dedicamos a aumentar la preparación de los existentes. Tenemos que elegir entre la dicotomía por un lado unas aulas más masificadas con profesorado altamente cualificado y por el otro tener un mayor número de aulas con menos alumnos y profesores peor formados. En las aulas con pocos alumnos, éstos reciben una atención más personalizada por parte del docente, pero pierden la oportunidad de aprender más de sus compañeros.
La conclusión del estudio es que, “en cualquier caso, las investigaciones sugieren que para mejorar el rendimiento de los estudiantes es mejor invertir en la calidad del profesorado que aumentar su cantidad en las escuelas”, algo con lo que no parecen estar de acuerdo los que llevan como bandera la reposición de los puestos de trabajo perdidos en los años de crisis económica en la enseñanza pública.

martes, 11 de agosto de 2015

Company men

En los colegios mixtos las chicas, por lo general, sacan mejores notas que sus compañeros varones. Sin embargo, en el mundo laboral, concretamente en las empresas, ellos van a ser sus jefes. Es el mundo al revés, los estudiantes con expedientes mediocres van a ascender más y mejor que las estudiantes con trayectorias educativas brillantes. La profesora de Genética de la Universidad de Oxford, Anne Moir, sostiene que el sistema educativo favorece a las niñas, porque en su cerebro madura antes la habilidad para leer y escribir y tienen mayor capacidad de concentración. Además, los chicos generan más del 80% del abandono escolar.
Sea por el motivo que sea, los datos confirman mejor rendimiento escolar de las mujeres en todas las etapas educativas, con diez puntos porcentuales de diferencia entre alumnas y alumnos de la ESO que terminan a los 16 años y casi 15 puntos cuando terminan el bachillerato. En la Universidad las mujeres son mayoría en una proporción del 60-40 y sus notas medias son mejores. Solamente hay dos aspectos con preponderancia masculina, hay más alumnos que alumnas que alcanzan la excelencia educativa y ellos las superan a ellas en las pruebas PISA de Matemáticas. Cuando se les pregunta por su futuro laboral, las chicas tienen mayores aspiraciones en sus futuras carreras profesionales, hay más alumnas que alumnos que quieran ser jefas, pero los chicos creen estar mejor preparados y están más dispuestos a participar en actividades y prácticas que les preparen para su vida laboral.
En este mundo, el laboral, los datos son tozudos, el 45% de los trabajadores son mujeres, pero sólo representan el 10% de los altos directivos y apenas el 30% en direcciones de marketing, comunicación, asesoría legal o recursos humanos. En sectores como construcción y producción industrial la presencia de mujeres directivas es testimonial, no llega al 7%, según datos de Price Waterhouse Consulting. En las empresas del IBEX 35, las mayores empresas españolas por su liquidez en la Bolsa, la presencia de las mujeres en los Consejos de Administración ha crecido ligeramente hasta un 17%, pero solo hay tres directivas al frente de empresas de las 35 que conforman el índice y dos de las tres, Ana Botín y Vanissa Mithal, son hijas de los fundadores de las empresas, Banco de Santander y ArcelorMittal, respectivamente.
En el sector público, la presencia de mujeres ejecutivas es el doble que en el sector privado, al amparo de una selección más rigurosa vía oposiciones y a las políticas de igualdad. Algo estamos haciendo mal cuando desaprovechamos tanto talento en nuestras empresas al valorar, a la hora de dar responsabilidades, a las personas en función de si son hombres o mujeres.

sábado, 1 de agosto de 2015

Aptitud y actitud

Una sola letra cambia completamente el significado de las palabras, aptitud y actitud. Desde que nacemos, o incluso antes, nuestros padres planifican nuestros primeros pasos: la guardería, el colegio, las actividades, la universidad o la formación profesional, el postgrado…. Están cultivando nuestras aptitudes. En esos años ellos, y otras personas en las que ellos delegan, nos enseñan conocimientos y habilidades.
En cualquier tarea, por fácil que parezca, atravesamos cuatro fases: al principio somos inconscientemente incompetentes, como el niño que va en su sillita en el coche y no es consciente de que no sabe conducir, después somos conscientemente incompetentes, como el adolescente que quiere conducir y sabe que aún no tiene el carnet; una tercera fase es la de conscientemente competentes, cuando salimos por primera vez en coche recordando al dedillo las enseñanzas de la autoescuela, y al final, conducimos pero no somos conscientes de cada una de las maniobras que hacemos: somos inconscientemente competentes. Atravesar cada una de estas fases es el proceso de lograr una adecuada aptitud.

En la fórmula del éxito (c+h) x a, los conocimientos y las habilidades suman, pero la actitud multiplica. En nuestra vida profesional nos encontramos con personas con grandes conocimientos y habilidades, pero les falla la actitud. Y, al contrario, profesionales con gran actitud que nos hacen olvidar su menor grado de conocimientos o habilidades. La gran ventaja que tenemos es que la actitud sólo depende de nosotros, no necesitamos maestros para aprenderla, lo único que debemos hacer es ejercitarla. Hay una serie de prácticas que hacen que nuestra actitud sea óptima: la primera aprender a mirar donde otros solo ven, lo que nos permitirá estar atentos a las oportunidades y aprovecharlas. También debemos escuchar, donde otros solo oyen, y podremos conocer lo que opinan, y lo que necesitan las demás personas. Debemos, asimismo, aprender a expresarnos, donde otros no saben vender sus ideas, y por último aprender a decidir donde otros solo dudan, aun sabiendo que, al decidir, renunciamos a algo.

Y debemos, por último, tener muy claro que, como dijo el patinador estadounidense Scott Hamilton, cuando le diagnosticaron un cáncer, la única discapacidad en la vida es la falta de actitud.